La peregrinación gaucha hacia Luján, representó una tradición que ha sido fuente de pasión y controversia en igual medida. Iniciada el 7 de octubre de 1945, bajo la guía de monseñor Anunciado Serafini, obispo de Mercedes, esta manifestación de fe ha reunido a miles de jinetes a lo largo de las décadas. El Círculo Criollo Martín Fierro de Jáuregui jugó un rol clave en la organización de los primeros eventos, contribuyendo a consolidar la peregrinación como un símbolo cultural de profunda raíz tradicionalista.
Sin embargo, en los últimos años, la peregrinación gaucha estuvo en el centro de un creciente debate en torno al bienestar animal, impulsado por asociaciones protectoras y defensores de los derechos de los animales que denunciaron las malas condiciones en que llegaban muchos caballos a Luján. En 2020, la pandemia obligó a suspender la peregrinación, pero al retomarse en 2021, el municipio de Luján, bajo la gestión de Leonardo Boto, implementó nuevas regulaciones para limitar el uso de caballos y tracción a sangre, en un esfuerzo por atender las preocupaciones sobre el maltrato animal.
El anuncio de que la peregrinación a caballo no sería permitida causó un profundo impacto en las comunidades tradicionalistas. La administración local propuso una conmemoración alternativa que incluyera un desfile y actividades culturales adaptadas a los nuevos paradigmas, aunque en 2021 no se alcanzó a implementar el desfile. Para 2022, el municipio renovó su propuesta, organizando un desfile en el que los caballos podían ingresar únicamente en batanes, eliminando la tracción a sangre y coordinando estrechamente con centros tradicionalistas.
Este cambio de enfoque no fue bien recibido por todos los sectores. Durante ese mismo período, varias manifestaciones de “carreros” en agosto y septiembre de 2022 evidenciaron la resistencia a las nuevas restricciones, con bloqueos en puntos clave de la ciudad. Las tensiones entre quienes defendían la tradición y los activistas que luchaban por los derechos de los animales alcanzaron su punto álgido, en especial cuando se recordó que ya en gestiones anteriores se habían intentado implementar medidas de control sin éxito pleno.
Bajo la intendencia de Graciela Rosso, en 2008, se intentó limitar la presencia de caballos y carros en el centro de Luján durante la peregrinación. Aunque se buscó mejorar las condiciones sanitarias, la medida fue recibida con críticas por parte de algunos peregrinos, quienes señalaron que no pudieron acceder al Santuario de la Virgen de Luján. Este malestar llevó a especulaciones sobre una posible mudanza del evento a San Nicolás, lo que finalmente no ocurrió.
Durante los años de gestión de Oscar Luciani, la situación no mejoró significativamente. A pesar de los esfuerzos por reforzar el “control equino” y garantizar mejores condiciones para los caballos, las organizaciones proteccionistas continuaron denunciando la muerte de animales durante el evento. En 2014, reportaron la muerte de 18 caballos, mientras que en 2015 contabilizaron seis. Estos trágicos incidentes reflejaron la gravedad de las condiciones en que muchos animales participaban de la peregrinación, y llevaron a un aumento en la intervención de asociaciones protectoras que trabajaban en el rescate de caballos en mal estado.
Las tensiones entre defensores de los derechos de los animales y los organizadores de la peregrinación se manifestaron de manera pública y a veces violenta. En 2012, una protesta proteccionista frente al palco oficial fue desarticulada por la policía luego de que algunos jinetes intentaran dispersar a los manifestantes. Estos incidentes revelaron la magnitud del conflicto entre ambos sectores, que continuó escalando a lo largo de los años.
A lo largo de los años, la peregrinación gaucha hacia Luján ha sido un punto de encuentro para la fe, la tradición y el conflicto. Mientras algunos la ven como una expresión viva del patrimonio cultural argentino, otros consideran que el bienestar de los animales debe estar en el centro del debate. El desafío de los organizadores y las autoridades locales ha sido encontrar un equilibrio entre ambos intereses, aunque hasta el día de hoy persisten las divisiones entre los sectores involucrados.