El arte argentino despide a Luis Felipe “Yuyo” Noé, un artista que marcó generaciones con su visión fragmentaria del mundo y su exploración del caos como eje central de su obra. Con 91 años, el fundador de Otra Figuración dejó un legado de experimentación constante, que abarcó pintura, escritura y teoría del arte. Su trabajo, reconocido en escenarios nacionales e internacionales, se destacó por su ambición visual y su apuesta por la ruptura de los cánones tradicionales.
Nacido en Buenos Aires en 1933, Noé creció en un ambiente intelectual que fomentó su interés por las artes. Su padre, el escritor Julio Noé, dirigió la revista Nosotros, una de las más influyentes en la escena literaria porteña de principios del siglo XX. Si bien inició estudios en derecho en la Universidad de Buenos Aires, su camino se inclinó definitivamente hacia la pintura, con un fuerte interés por las tensiones sociales y culturales que atravesaban su época.
Entre 1961 y 1965, fue parte de Nueva Figuración junto a Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega, un movimiento que rompió con la pintura figurativa tradicional para incorporar elementos expresionistas y abstractos. Su obra se caracterizó por el uso de materiales diversos y por la construcción de imágenes fragmentadas que parecían desafiar la estabilidad del lienzo. “La ruptura de la unidad del espacio y la teoría del caos como orden distinto” fueron conceptos centrales en su producción.

A lo largo de su carrera, Noé realizó más de cuarenta exposiciones individuales en museos y galerías de América y Europa, llevando su visión del arte a escenarios como el Museo Nacional de Bellas Artes de Caracas, el Museo del Palacio Nacional de Bellas Artes de México y la Bienal de Venecia. En este último evento, presentó murales de gran escala como La estática velocidad y Nos estamos entendiendo, impactantes por su dimensión y por la complejidad de su construcción.
La estática velocidad, de once metros de largo por tres de alto, fue elaborado con papeles recortados y arrancados, integrados en una composición donde cada fragmento tenía un tratamiento pictórico singular. En Nos estamos entendiendo, en tanto, el artista trabajó con su exploración del caos y la fragmentación en el arte. Ambas piezas refuerzan su idea de que la pintura no es solo una representación del mundo, sino una reconstrucción de sus múltiples capas.
A lo largo de su trayectoria, Noé fue reconocido con numerosos premios, entre ellos el Premio Nacional Di Tella, la Beca Guggenheim y el Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes. Su obra, que exploró las crisis y tensiones de su tiempo, sigue siendo una referencia para nuevas generaciones de artistas. Con su partida, deja un legado que trasciende la pintura y se instala en el debate sobre la imagen, la historia y el arte como campo de transformación.