El 26 de agosto de 1914 nacía en Bruselas, en medio de la Primera Guerra Mundial, Julio Cortázar, uno de los escritores más influyentes de la literatura argentina y universal. Sin embargo, la verdadera gestación del autor de “Rayuela” no ocurrió en tierras europeas, sino en un rincón de Banfield, donde vivió desde los 4 hasta los 17 años. Allí, en la casa de Rodríguez Peña 585, forjó su identidad y encontró las primeras musas que inspiraron su prolífica obra.
Cortázar siempre recordó Banfield con una mezcla de nostalgia y reverencia. “Banfield es el tipo de barrio que tantas veces encuentras en las letras de los tangos. Recuerdo que tenía una pésima iluminación que favorecía al amor y a la delincuencia, en partes iguales. Y que hizo que mi infancia fuera cautelosa y temerosa por el clima inquietante que hacía que las madres se preocuparan cuando salías. Pero al mismo tiempo era para un niño un paraíso, porque mi jardín daba a otro jardín. Era mi reino”, relató en una de sus tantas evocaciones.
En ese Banfield de principios del siglo XX, ese”reino” del que hablaba Cortázar se encontraba en Rodríguez Peña y San Martín, donde su imaginación comenzó a tomar vuelo. El joven Julio empezó a esbozar sus primeras letras, rumbo a la aventura literaria. “Como todos los niños aficionados a la lectura, pronto comencé a querer escribir. Acabé mi primera novela cuando tenía nueve años de edad. Era una novela muy lacrimógena, muy romántica en la que todo el mundo moría al final”, confesó en una célebre entrevista a la televisión española.
El paso de Cortázar por Banfield dejó una marca indeleble no solo en su vida, sino también en la comunidad que lo vio crecer. La Escuela Nº 10 Julio A. Roca, es donde comenzó a escribir sus primeros poemas para enamorar a una compañera, La escuela N° 10 hoy lleva el nombre del joven que, décadas más tarde, revolucionaría la narrativa en lengua española. La memoria de su infancia en el barrio también se hace presente en su obra, como en el cuento “Conducta en los velorios”, donde evoca el tranvía de Villa Albertina, un testimonio más de cómo esos años formativos en Banfield se infiltraron en su literatura.
A 110 años de su nacimiento, su legado se mantiene vivo en la comunidad, recordando a Julio Cortázar no solo como el gigante literario que fue, sino también como el niño que encontró en Banfield la chispa de su inigualable genialidad.