El 30 de enero de 1910, con la colocación de la piedra fundamental de la Iglesia de la Conversión de San Pablo, nacía la más pequeña de las localidades de Lomas de Zamora: el pueblo de Turdera. Esta fecha marcó el inicio formal de un proceso de urbanización que transformaría un territorio rural en una comunidad organizada que, décadas después, alcanzaría el estatus de ciudad.
El acta de fundación, firmada ese mismo 30 de enero, simbolizó el arribo de nuevos habitantes y el crecimiento del asentamiento. Las primeras calles de barro comenzaron a ver cómo poco a poco se poblaban con vecinos que aportaron al progreso local. Fue recién en la década del ’70 cuando la comunidad se movilizó con fuerza para conseguir el reconocimiento oficial de Turdera como ciudad, lo que finalmente se concretó el 30 de octubre de 1974 por medio de una declaración de la Legislatura bonaerense.
En 1907, estas tierras eran conocidas como Loma de las Hormigas, por la altura que gozaban las mismas, 25 metros sobre el nivel del mar. Esta elevación trajo como consecuencia que la estación Turdera (Kilómetro 19, 448 en un comienzo allá por 1909) se encuentre enclavada virtualmente en un pozo. Historiadores constatan que el pozo de la parada ferroviaria fue hecho a pico y pala, y que la tierra fue llevada hacia la estación Avellaneda.
La historia de la localidad está ligada a la familia Turdera. Las hermanas Inés y Eugenia recibieron como herencia una propiedad donada por su tío Luis Puig. Junto con Riziero Preti, un constructor cercano a la familia, impulsaron la urbanización del terreno, ubicado sobre las vías del Ferrocarril del Sud. La parada del tren había sido habilitada poco tiempo antes, facilitando así la llegada de nuevos habitantes.
Otro hito en el desarrollo del pueblo ocurrió en 1910, cuando la Municipalidad habilitó una línea de tranvías a tracción a sangre que conectaba la estación Temperley con la Villa Turdera. Esta línea tranviaria no solo fomentó el crecimiento poblacional, sino que en 1913 se extendió el servicio hasta el anexo del Hospital Español. Posteriormente, otra línea unió la cervecería Bieckert con la estación Adrogué, y el tranvía continuó operando hasta 1924.
Una particularidad de la localidad son los nombres de sus calles, en su mayoría dedicados a santos y santas del culto católico, en homenaje a la fe de las hermanas Turdera. Este mismo espíritu religioso motivó la creación del Colegio Santa Inés, que se convertiría en un referente educativo para la comunidad.
Turdera, a diferencia de la mayoría de las localidades del Conurbano, no nació a partir de un simple loteo de tierras. Su origen se remonta a la colocación de una piedra fundamental emplazada por el constructor Riziero Preti. Actualmente, esta pieza histórica se conserva en el interior de la Parroquia Conversión de San Pablo, uno de los emblemas religiosos y patrimoniales de la comunidad.