Militancia, memoria y mujeres peronistas recorrieron los barrios lomenses para honrar a la abanderada de los humildes con quince gestos de amor popular.
Militantes, vecinas y referentes justicialistas recibieronn este 7 de mayo entre bustos florecidos y pañuelos celestes y blancos. La Secretaría de la Mujer del PJ impulsó una caravana que enlaza quince rincones de Lomas: Centenario, Budge, Fiorito, Parque Barón, San José, Albertina, Lamadrid, Banfield y la Plaza Grigera, con un cierre emotivo en la sede partidaria. Cada ramo depositado convierte el cemento en promesa de justicia social.
“La Fundación Eva Perón nombra a una delegada por provincia para armar las Unidades Básicas Femeninas donde se enseñaba a leer, escribir y también oficios para que las mujeres no fueran esclavas. Mi vieja estudió enfermería en la Escuela Eva Perón del Hospital Aeronáutico, fue enfermera del Ramos Mejía y era furiosamente peronista porque logró cosas de superación que son muy importantes para una familia”, afirmó la secretaria de la Mujer del PJ, Ana Tranfo, según informó Diario La Unión, mientras repasa su propio derrotero barrial hecho de veredas y teléfonos públicos.
La figura de Evita late en cada estación. Entre las placas de la Plaza Sargento Cabral y el Polideportivo Eva Perón de Albertina, se armaron rondas donde los pañuelos se mezclan con anécdotas de solidaridad. “Evita le dio muchas alegrías y soluciones al pueblo, y no se olvidó de nadie porque ella tuvo una infancia muy sufrida… A las mujeres nos dio fuerza, amor, pasión y hasta la posibilidad de elegir y ser elegidas con el Voto Femenino”, celebró la militante Angélica Chaparro, abrazada a su flor de santidad cotidiana.
La ruta floral pasa también por el Sindicato de Trabajadores Municipales, recordatorio de la alianza obrera que Evita selló con los humildes. Concejales, autoridades y organizaciones sociales hilvanan un relato colectivo: Evita sigue siendo horizonte de igualdad y ternura en el Conurbano. “Yo amo a Evita, para mí es una Santa y siempre que voy al Partido la toco y me persigno”, confiesa Angélica antes de sumarse a los bombos que retumban junto a la bandera azul y blanca.
Cuando el sol cae sobre la avenida Hipólito Yrigoyen, el busto principal de la Plaza Grigera luce convertido en altar popular. Nadie duda: el legado de Eva María Duarte de Perón se escribe cada día en los barrios que ella soñó dignos, y la flor que hoy perfuma Lomas reafirma que el camino del pueblo se anda con memoria, organización y justicia social.
