El 16 de octubre de 2014 se lanzó el ARSAT-1, el primer satélite de telecomunicaciones fabricado por el Estado argentino. Este hito marcó la inclusión del país en el selecto grupo de naciones con capacidad para producir satélites de este tipo, permitiendo el acceso a internet y servicios de televisión en regiones remotas, y brindando soporte a sectores públicos y privados en Argentina y otros países de la región.
Sin embargo, a diez años de su lanzamiento, la soberanía tecnológica y el derecho a la comunicación de la población argentina se ven amenazados. Desde la llegada de Javier Milei a la presidencia, la empresa ARSAT ha sido incluida en la lista de posibles privatizaciones y se han desconocido los acuerdos salariales, generando tensiones entre la administración y los trabajadores.
Los salarios en ARSAT han perdido más del 50% de su poder adquisitivo, afectando a más de 600 familias que ahora reciben menos de la mitad de lo que les corresponde. A pesar de ser una empresa superavitaria que genera ingresos en dólares y no depende de fondos del Tesoro Nacional, se han detenido nuevos proyectos e inversiones, lo que ha llevado a la empresa a una situación de incertidumbre y a mantener abiertos retiros voluntarios, profundizando la pérdida de personal valioso.
Ezequiel Mc Govern, responsable de Innovación IT y delegado gremial de FOETRA, destacó el orgullo que representa el ARSAT-1 en la lucha contra la brecha digital, pero advirtió que el actual modelo de gobierno parece desestimar la importancia de la ciencia y la tecnología en el desarrollo del país. La situación actual en ARSAT refleja un abandono de las políticas que promovían el desarrollo de habilidades y el fortalecimiento de la soberanía tecnológica.