Llavallol está de fiesta. La ciudad, que cumple 50 años de su fundación como tal, tiene un pasado vibrante que la conecta profundamente con la historia de Argentina. Aunque su reconocimiento como ciudad es relativamente reciente, el primer remate de tierras realizado por Martín Enz hace más de un siglo ya sentó las bases de lo que hoy es un pujante centro industrial y cultural. Desde el Instituto Histórico Municipal de Lomas de Zamora (IHMLZ) explican que “es una tierra de pioneros vascos, españoles, italianos, polacos y de otras latitudes, es decir, ha sido un crisol de razas que con sacrificio y mucho trabajo lograron levantar un lugar pujante”.
A finales del siglo XIX, la llegada del ramal ferroviario a Cañuelas marcó un punto de inflexión en el desarrollo de Llavallol. Sergio Lapegüe, un destacado periodista, recuerda que “tomó su nombre en honor a Felipe Llavallol, un destacado comerciante que en enero de 1854 formó parte del grupo de empresarios que concretó la primera línea ferroviaria con capitales argentinos”. Con el paso de los años, industrias emblemáticas como la cervecería Bieckert y Firestone se establecieron en la localidad, dejando una huella indeleble en su identidad.
Los inmigrantes jugaron un papel fundamental en la construcción de Llavallol. Mientras en otras regiones del país predominaban los italianos y españoles, aquí fueron los polacos y ucranianos quienes dejaron su marca. Clubs como el Dnipro y el Prosvita son un testimonio del aporte cultural de estas comunidades, que también incluyeron a los vascos, quienes fundaron el colegio Euskal Echea en la zona. Este crisol cultural ha convertido a Llavallol en un punto de encuentro de diversas tradiciones.
Por si fuera poco, la ciudad también ha sido testigo de visitas ilustres que la han puesto en el mapa. En 1925, el heredero del trono británico, Eduardo de Windsor, y el Premio Nobel de Física, Albert Einstein, recorrieron sus calles. Einstein, quien llegó a Llavallol en un auto conducido por el vecino Agapito Otero, no solo disfrutó de su estancia, sino que también se relacionó con los habitantes y exploró la región.
Hoy, al conmemorar los 50 años de Llavallol como ciudad, es esencial recordar el papel fundamental que jugó Bieckert en su historia. La cervecería no solo moldeó el paisaje urbano, sino que también ayudó a construir la identidad de una localidad que, a través de su gente y su historia industrial, sigue siendo un referente en el Gran Buenos Aires. La conexión entre la industria y la comunidad perdura, recordándonos que el trabajo y el esfuerzo colectivo son los cimientos sobre los cuales se levanta el futuro.