La ciudad de Buenos Aires fue escenario este lunes de una jornada cargada de memoria y emociones al cumplirse 20 años de la masacre de Cromañón. Desde temprano, sobrevivientes y familiares de las víctimas comenzaron las actividades en Plaza de Mayo, con una misa y una conmovedora suelta de zapatillas en honor a los 194 fallecidos y más de 1.400 heridos.
Javier, uno de los sobrevivientes, fue el encargado de abrir el acto en la Plaza de Mayo. Su discurso, mezcla de dolor y esperanza, resonó entre los presentes: “Pasaron 20 años, ¿y ahora qué? La respuesta está en seguir luchando, para que esto no vuelva a pasar“. Sus palabras fueron recibidas con aplausos y lágrimas, en un clima de respeto y unión.
La marcha desde Plaza de Mayo al Santuario recordó no solo a las víctimas, sino también a los sobrevivientes y familiares que han llevado adelante esta lucha. “Cromañón es una cicatriz, pero no somos Cromañón”, dijo Javier en su discurso. Esa frase, coreada por todos, sintetizó el espíritu de la jornada.
El santuario, ubicado a metros de la Plaza Miserere, lugar donde estaba el bailable República de Cromañón, se convirtió en el epicentro del homenaje. Allí, las calles se llenaron de remeras con mensajes como “No olvidar, siempre resistir”, mientras mantas con recuerdos y fotografías de las víctimas cubrían el asfalto. Los familiares pidieron una vez más la expropiación del local para convertirlo en un espacio de memoria y reflexión.

A las 20:30, el acto central comenzó con la lectura de un documento por Eduardo, sobreviviente e integrante de la organización 30 de Diciembre. Señaló el entramado de negligencia y corrupción que derivó en la tragedia: desde la sobreventa de entradas hasta la instalación de materiales inflamables. “Es un día muy doloroso, pero estar con ustedes lo hace más liviano”, expresó conmovido.
Las actividades del lunes fueron el cierre de tres días cargados de propuestas artísticas y culturales, que incluyeron muestras fotográficas, festivales y radios abiertas. Cada espacio sumó su voz al reclamo por “memoria, verdad y justicia”, consolidando un mensaje colectivo que trascendió generaciones.
El homenaje culminó con la lectura de los nombres de las 194 víctimas, cada uno acompañado por un “presente” que resonó como un eco de justicia. Al finalizar, globos se elevaron al cielo, llevando consigo un mensaje de memoria imborrable: Cromañón sigue siendo una herida abierta, pero también un símbolo de lucha y resistencia.