El 3 de enero de 1833 marcó el inicio de un capítulo doloroso en la historia argentina: la ocupación británica de las Islas Malvinas. Ese día, la corbeta Clio de la Marina Real británica, con el apoyo de otro buque cercano, desembarcó en Puerto Soledad para exigir la rendición de las autoridades argentinas. Superados en número y ante el uso de la fuerza, se concretó la expulsión de los representantes argentinos del archipiélago.
Tras la ocupación inicial, el Reino Unido reforzó su control en las islas. En 1834 designaron un oficial de la Armada para residir allí, y en 1841 establecieron un gobierno colonial. Este acto, realizado sin previo aviso ni declaración formal de guerra, fue rechazado inmediatamente por la Argentina, que inició una serie de protestas diplomáticas para reclamar la soberanía sobre el territorio.
El Gobierno argentino presentó su primera protesta formal el 22 de enero de 1833, dirigida al Encargado de Negocios británico. A lo largo de los años, los esfuerzos diplomáticos continuaron en múltiples frentes. En 1884, Argentina propuso un arbitraje internacional para resolver el conflicto, pero esta propuesta también fue rechazada por el Reino Unido sin justificación.
El reclamo argentino por las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes persiste hasta la actualidad. Desde foros internacionales como la ONU y la OEA, Argentina ha buscado respaldo para una resolución pacífica y justa, mientras que el Reino Unido se ha mantenido firme en su postura. A pesar de la falta de avances, el tema sigue siendo una prioridad en la agenda nacional.
Cabe enfatizar que a 192 años de aquel 3 de enero, la memoria de los caídos y el compromiso por la defensa de la soberanía argentina permanecen intactos. En cada acto y protesta, se reafirma la voluntad del pueblo argentino de que su reclamo sea reconocido y que las Islas Malvinas vuelvan a formar parte del territorio nacional.