jueves 13 marzo, 2025

La represión del gobierno nacional contra los jubilados dejó un herido grave y cientos de detenidos

La protesta de jubilados, que se realizó este miércoles frente al Congreso de la Nación, terminó en una nueva jornada de violencia desatada por las fuerzas de seguridad. La marcha, que había comenzado como una manifestación pacífica en apoyo a los jubilados, fue reprimida con dureza por efectivos a cargo del Ministerio de Seguridad, encabezado por Patricia Bullrich. Al mando de un operativo que incluyó camiones hidrantes, gases lacrimógenos y balas de goma, las fuerzas no hicieron distinciones a la hora de atacar a los manifestantes. A la par, sindicatos, hinchas de fútbol y organizaciones sociales se sumaron a la movilización, que terminó con una decena de detenidos y al menos un herido grave.

Los enfrentamientos comenzaron poco después de las 16 horas, cuando las fuerzas de seguridad avanzaron sobre los manifestantes en la calle Rivadavia, a pocos metros del Congreso. La represión no solo afectó a los jubilados, sino también a otros sectores que participaban de la protesta, dejando como saldo alrededor de 110 detenidos en comisarías de la Ciudad de Buenos Aires. La situación se tornó aún más tensa a medida que se extendían los enfrentamientos. En las calles, varios contenedores y patrulleros fueron incendiados como parte de la resistencia de los manifestantes. La respuesta del gobierno de Javier Milei fue clara: aplicar el protocolo antipiquetes, ordenando un despliegue masivo de las cuatro fuerzas de seguridad.

El periodista Pablo Grillo, quien se encontraba cubriendo la manifestación, resultó gravemente herido cuando recibió un proyectil en la cabeza. La noticia se difundió rápidamente, y fuentes cercanas a los manifestantes confirmaron que Grillo estaba en estado crítico. Para la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, Grillo es considerado un “militante kirchnerista”, y lo vinculó con la municipalidad de Lanús, gobernada por el camporista Julián Álvarez. Este comentario generó aún más polémica, pues muchos interpretaron las palabras de la ministra como un intento de deslegitimar la protesta y de criminalizar a los manifestantes.

A lo largo de la tarde, la represión continuó sin tregua, mientras la protesta se extendió por varias horas, enfrentando los obstáculos que las fuerzas de seguridad ponían para dispersar a la multitud. A medida que avanzaba la noche, los cacerolazos se multiplicaron, con manifestantes que se concentraron en la emblemática Plaza de Mayo, en rechazo a la brutalidad policial y la falta de respuestas del gobierno. La escena final de la jornada dejó un claro mensaje: la crisis social sigue creciendo y el gobierno de Milei opta por la represión en lugar de la conciliación, aumentando las tensiones en el país.

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