El último informe del Indec sobre la distribución del ingreso confirma un panorama preocupante: pese a que el ingreso promedio se ubicó en $537.024 durante el segundo trimestre de 2025, la mayoría de los argentinos percibe bastante menos. La mediana fue de apenas $392.000, lo que significa que más de la mitad de la población está por debajo de ese nivel.
Las diferencias entre sectores sociales siguen siendo abismales. Los grupos de menores recursos apenas alcanzaron $300.990, mientras que los más altos llegaron a $2,18 millones, más de 13 veces por encima. La clase media quedó atrapada en un ingreso promedio de $804.370, cada vez más lejos de los extremos.
La desigualdad de género tampoco muestra señales de corregirse: los varones percibieron en promedio $1.033.742, contra $728.991 de las mujeres, una brecha persistente que refleja la discriminación estructural en el mercado laboral.
Dentro de la población ocupada, las diferencias internas son igual de marcadas. Quienes tienen descuentos jubilatorios cobraron en promedio $1.133.377, mientras que los trabajadores sin aportes apenas llegaron a $565.625, quedando en la parte más vulnerable del sistema, a pesar de ser el sector con mayor crecimiento porcentual.
En los hogares, los ingresos laborales explicaron el 78,4% del total, mientras que los no laborales —como jubilaciones, planes o ayudas sociales— representaron el 21,6%, con mayor peso en los sectores pobres, que dependen en gran parte de estos recursos para subsistir.
Lejos de cualquier alivio, los datos confirman que la desigualdad continúa intacta y que la mayoría de la población queda muy por debajo de los números que muestran los promedios, en un país donde el acceso a un salario digno sigue siendo una deuda pendiente.