El fútbol argentino despide a una de sus figuras más queridas. Miguel Ángel Russo, histórico entrenador y símbolo de Boca Juniors, falleció este miércoles a los 69 años tras atravesar un delicado cuadro de salud que lo mantenía internado en su domicilio. Su muerte causó una profunda conmoción en el mundo xeneize y en todo el ambiente futbolero, donde era respetado tanto por su trayectoria como por su calidad humana.
Russo, que dirigía a Boca hasta hace pocos días, había mostrado signos de debilidad en las últimas semanas, motivo por el cual fue hospitalizado en varias oportunidades desde septiembre. La confirmación de su fallecimiento golpeó de inmediato a exjugadores, dirigentes y aficionados, que expresaron su tristeza y reconocimiento hacia un entrenador que marcó época.
Nacido en Lanús en 1956, Russo fue un hombre formado en la cultura del esfuerzo. Se desempeñó como mediocampista en Estudiantes de La Plata, donde debutó en 1975 y jugó hasta su retiro, conquistando los torneos nacionales de 1982 y 1983. Esa escuela de compromiso y rigor táctico lo acompañó luego en su extensa carrera como técnico, iniciada en 1989 en Lanús.
Dirigió a clubes como Estudiantes, Rosario Central, San Lorenzo, Vélez y Racing, pero su nombre quedará para siempre asociado a Boca, donde alcanzó la gloria máxima con la Copa Libertadores 2007 y, más tarde, con la Liga Profesional y la Copa Argentina 2020. Su estilo sobrio, su capacidad de trabajo y su liderazgo sereno le valieron el respeto de planteles enteros y de hinchas de todos los colores.
En Lomas, dirijió a Los Andes durante el comienzo de siglo. En cada equipo que condujo, Russo dejó una huella de coherencia y humildad. No necesitaba levantar la voz para hacerse escuchar: su autoridad nacía del conocimiento, del respeto y de su trato humano. Las redes sociales se poblaron de mensajes de despedida de exjugadores, entrenadores y clubes que lo homenajearon por su ejemplo dentro y fuera de la cancha.
