En el Florencio Sola se vivió una tarde de pura emoción: Banfield caía 0-2 ante Estudiantes, pero reaccionó con garra y se llevó un triunfo inolvidable por 3-2 que lo aleja de la zona más baja de la tabla. De los silbidos al delirio, el Taladro cambió la angustia por esperanza.
El equipo de Pedro Troglio apostó a un 4-4-2 clásico, dejando atrás la línea de cinco, y encontró en la rebeldía del complemento el camino a la hazaña. Estudiantes, con la cabeza en la Copa Libertadores, parecía encaminar el partido con goles de Santiago Arzamendia y Román Gómez. El primer tiempo fue cuesta arriba para Banfield, que se fue al vestuario con bronca y preocupación.
Pero la historia cambió en una ráfaga de intensidad y empuje. Rodrigo Auzmendi descontó con una arremetida que encendió al estadio. Luego, un doble cabezazo en el área chica terminó en el empate de Lautaro Ríos, desatando la ilusión en el Lencho. Y apenas unos minutos después, Martín Río clavó el tercero para dar vuelta un marcador que parecía imposible.
Estudiantes, golpeado, buscó reaccionar e incluso tuvo un tiro al palo sobre el final, pero el Taladro aguantó con alma y vida. La tribuna, que arrancó con nervios y reproches, terminó con aplausos y ovaciones para un plantel que mostró carácter y compromiso en un momento clave.
Con esta victoria, Banfield respira, se aleja del fondo y encara con confianza el próximo desafío: visitar a Boca Juniors en la Bombonera con la ilusión de prolongar la fiesta verde y blanca.
