Jorge Luis Borges, uno de los escritores más destacados de la literatura universal, mantuvo un vínculo especial con Turdera. Encantado por la atmósfera suburbana de la localidad, el autor se inspiró para crear relatos sobre duelos, compadres y noches cargadas de misterio.
Uno de los puntos clave que captó la atención de Borges fue la esquina de Frías y Preti, lugar que inmortalizó en su “Milonga de dos hermanos”. Allí se encontraba el rancho de los hermanos Iberra, figuras que el escritor convirtió en símbolos de coraje y leyenda. Este rincón de Turdera, con su puente de ladrillos y las vías del ferrocarril, se transformó en un ícono de la narrativa borgeana.
En 1969, Borges visitó Turdera para firmar ejemplares de sus libros en la librería Estévez. Durante esa jornada, también fue entrevistado para el periódico Fe, Bondad y Valor y la revista escolar Siglo XX, publicaciones a cargo de estudiantes del Colegio San Jorge, fundado por los padres de Jorge Origone, historiador e investigador lomense, especializado en Turdera. “Ese viernes otoñal del 69, los adolescentes despidieron al maestro de las letras con aplausos y muchas ganas de escribir“, destacó Jorge Origone.
Además, En su paso por Turdera, Borges presidió un concurso literario en el Club Alumni, donde entregó el Premio Rotaract 1968 a Dora Giacomini por su obra Mi Dios ha muerto. Este evento reforzó el lazo entre el autor y la comunidad, dejando una huella imborrable en la memoria de los vecinos.
Borges no solo encontró en Turdera un escenario para sus ficciones, sino también un lugar para caminar y reflexionar. En una entrevista para el periódico El Tiempo, el escritor confesó su costumbre de recorrer los suburbios a pie, mencionando que había caminado hasta Turdera, Burzaco, Temperley y Mármol.