En diciembre de 1976 comenzaba la publicación de El Eternauta II en el Libro de Oro de Skorpio N° 2. Con el mismo equipo creativo de la primera parte, Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, la historieta reflejó en sus páginas los tiempos oscuros que atravesaba la Argentina tras el golpe de Estado del 24 de marzo de ese año.
Muy poco después del inicio de esta nueva entrega, Oesterheld fue secuestrado por la dictadura militar y Solano López debió exiliarse para proteger a su familia. La segunda parte de El Eternauta se convirtió en un símbolo de la violencia política y del drama de miles de militantes perseguidos, torturados y desaparecidos.

Comprometido con la militancia en Montoneros, Oesterheld escribió esta segunda parte en la clandestinidad, en un contexto personal atravesado por la pérdida: el secuestro y asesinato de sus hijas y la apropiación de dos de sus nietos. La obra se serializó entre 1976 y 1978, cuando el autor ya había sido desaparecido.
Antes de dedicarse a esta nueva etapa de El Eternauta, Oesterheld trabajaba en prensa del Partido Auténtico, espacio formado por la izquierda peronista tras la ruptura con el Partido Justicialista. Participó junto a figuras como Paco Urondo y Pirí Lugones en Informaciones, publicación que vio la luz el mismo día del golpe.

En El Eternauta II, la narración cambia de estructura respecto a la primera parte. Germán —nombre de guerra de Oesterheld en la militancia— pasa a ser el narrador central. Desde su mirada se recorren las doscientas páginas de la historia, marcadas por reflexiones, dudas y vivencias que trascienden la ficción.
Mientras en la primera parte Juan Salvo era el protagonista y narrador de los hechos, ahora su figura adquiere un carácter sobrehumano. Ya no se trata del vecino común enfrentando lo extraordinario, sino de un ser que dirige, ordena y exige obediencia, mostrando un cambio profundo en la forma de relacionarse con los demás.
El ambiente cotidiano y reconocible que dominaba la primera historia da paso, en esta secuela, a una excepcionalidad permanente. El Eternauta es arrancado de su viaje para luchar en una nueva batalla, en un escenario donde la violencia y la resistencia son elementos centrales.

La distancia entre Germán y El Eternauta se acentúa a lo largo del relato. El personaje ya no es simplemente un sobreviviente, sino un combatiente que arrastra a los demás en sus planes, sin demasiadas explicaciones. Esta transformación refleja, en parte, el contexto social en el que fue escrita.
El cierre de la obra, tanto en el plano narrativo como en su trasfondo real, deja planteadas preguntas sobre el costo de la resistencia y el sentido del sacrificio. Oesterheld, desde su propio rol de militante perseguido, interpela al lector sobre las consecuencias humanas de los procesos violentos.
El Eternauta II permanece como una obra contundente y estremecedora de la historieta argentina. Mientras que la figura de Héctor Germán Oesterheld, tanto en su dimensión artística como política, sigue representando el compromiso con la verdad y la justicia en uno de los períodos más oscuros y violentos de la Argentina.
Javier Califano para Diario Lomas.