miércoles 5 febrero, 2025

Despidos en el INCAA: otros 40 trabajadores quedaron afuera

El gobierno de Javier Milei sigue adelante con una política de ajuste feroz que tiene en la mira al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). En una nueva tanda de despidos, se oficializó el “pase a disponibilidad” de cinco trabajadores, sumando ya 40 empleados en esta situación en lo que va de dos meses. “Hace 33 años que no se pasaban trabajadores a disponibilidad”, señaló Nicolás Leonardo Vetromile, delegado de ATE, poniendo en perspectiva la gravedad de la medida.

El argumento del Poder Ejecutivo se basa en que el INCAA tendría “excedida la dotación óptima necesaria”, una justificación que los trabajadores rechazan categóricamente. Según consignó El Destape, los despedidos aún no han recibido ofertas concretas para ser reubicados en otras áreas del Estado, lo que refuerza la percepción de un plan deliberado de desmantelamiento. “Es más del desguace”, advirtió Vetromile, quien además señaló la falta de avances en materia cinematográfica desde el inicio de la gestión.

Desde diciembre de 2023, los efectos del ajuste en el INCAA se han sentido con dureza: suspensión de concursos, eliminación de subsidios al cine y una caída real del 30% en los salarios de sus trabajadores. Mientras el sector audiovisual agoniza, las políticas públicas brillan por su ausencia. “Lo único que les interesa es reducir el ‘costo’ laboral y todavía no vimos ningún logro de esta gestión en términos cinematográficos”, denunció Vetromile, evidenciando el abandono del sector cultural.

Con más de 400 trabajadores desvinculados desde que Milei asumió la presidencia, entre despidos, retiros voluntarios y no renovación de contratos, el ajuste en el INCAA es el reflejo más crudo de una estrategia que prioriza el desmantelamiento del Estado por encima de su rol como promotor de la cultura y el arte. La comunidad cinematográfica y los sindicatos ya alertaron sobre el riesgo de un golpe letal al cine nacional, mientras el gobierno continúa con su discurso de “eficiencia” y “optimización”, ignorando las consecuencias sociales y culturales de sus decisiones.

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