La muestra autogestionada de cine argentino, Contracampo, concluye hoy en Mar del Plata con un balance que destaca por su impacto en la comunidad audiovisual y su capacidad para posicionarse como una alternativa al Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y las políticas del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa). Desde su apertura el pasado viernes, la propuesta no solo agotó funciones, sino que también impulsó un espacio de reflexión y compromiso colectivo en un contexto de tensiones políticas y culturales.
A lo largo de sus jornadas, Contracampo ofreció una programación diversa con la proyección de 37 películas que incluyeron cortos, medios y largometrajes, muchos de ellos en estreno mundial. Con funciones que se desarrollaron en el Teatro Enrique Carreras, las presentaciones contaron con la participación de los equipos de realización, generando debates y encuentros con el público. Este formato reforzó la idea de que el cine es también un espacio para pensar su propio rol en la sociedad, cuestionando los modelos actuales de festivales, exhibición y preservación.
El evento, que atrajo a cientos de espectadores a pesar de las entradas más económicas en comparación con el festival oficial, no solo reflejó un apoyo efusivo del público, sino que evidenció un sentido de pertenencia hacia una propuesta que mezcla lo artístico con lo político. Entre las actividades destacadas, se incluyeron proyecciones en fílmico de clásicos del cine nacional curadas por Fernando Martín Peña, que generaron filas largas incluso en las funciones de trasnoche.
Contracampo surgió como respuesta a la merma de público y la falta de entusiasmo que marcó al Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, organizado por un Incaa que, según diversos sectores, mantiene una postura hostil hacia el cine argentino independiente. Si bien desde la organización de la muestra evitaron definirla como un “contrafestival”, el evento fue percibido como un acto público que combinó lo artístico con una clara posición política frente a los recortes presupuestarios y las políticas culturales impulsadas por la actual administración.
Contracampo deja en claro que el cine argentino cuenta con una comunidad activa, dispuesta a resistir y construir espacios donde la cultura, el debate y la creatividad encuentren terreno fértil. Este evento no solo marca un precedente, sino que refuerza el compromiso del sector audiovisual por mantener viva la identidad cinematográfica del país.