En su aniversario, la agencia estatal se encuentra desmantelada por decisión del gobierno de Javier Milei. La ausencia de cables, fotos y coberturas federales dejó al país sin una herramienta clave para la soberanía informativa.
Télam cumple 80 años de historia en el peor momento de su existencia. La agencia nacional de noticias, creada en 1945 por Juan Domingo Perón para garantizar una voz propia y federal en el ecosistema informativo, atraviesa desde marzo de 2024 un apagón institucional orquestado por el gobierno de Javier Milei. Sus edificios fueron vallados, sus cables silenciados y sus trabajadores —periodistas, fotógrafos, editores— forzados al ostracismo administrativo.
La decisión presidencial de cerrar el sitio web y suspender el servicio de cables implicó la interrupción de más de 12.000 textos informativos, 6.000 fotografías y 400 videos mensuales que abastecían a medios de todo el país. Radios comunitarias, canales provinciales, medios gráficos del interior y portales digitales quedaron a la deriva, sin acceso a una fuente que desde hace décadas retrata incendios forestales, conflictos sociales, despidos masivos o emergencias sanitarias.
Desde entonces, las consecuencias son múltiples: pérdida de federalismo informativo, falta de cobertura de temas clave y desinformación sobre la vida institucional del país. La batalla no es sólo por la preservación de una fuente de trabajo, sino por la existencia de un servicio público esencial. Los trabajadores de Télam resisten la avanzada libertaria con acampes, comunicados y acciones judiciales, mientras la sociedad civil y diversos sectores políticos expresan su apoyo.
La agencia sorteó dictaduras, censura, crisis económicas y privatizaciones, pero nunca había sido clausurada de forma tan abrupta. Hoy, en su 80° aniversario, Télam representa mucho más que una redacción cerrada: es el símbolo de una Argentina que resiste los embates del neoliberalismo más voraz, con la convicción de que sin información pública, no hay democracia posible.