Levantada en 1925 en plena expansión del Ferrocarril Sud, la estación de estilo inglés cambió la fisonomía del distrito y consolidó un nodo social y comercial que los lomenses abrazaron como patrimonio propio.
Se cumplieron 100 años de la construcción del edificio actual de la Estación de Lomas, un hito que los vecinos reconocieron como parte de su identidad colectiva. La obra se enmarcó en la gran transformación del Ferrocarril Sud, cuando se cuadruplicaron las vías entre los kilómetros 12 y 18 —de Remedios de Escalada a Adrogué— y se reconstruyeron estaciones populares como Banfield y Temperley, lo que marcó un antes y un después para el distrito.
El historiador Harry Charap subrayó el papel del arquitecto escocés James Smith, nacido en Glasgow en 1879, que llegó al país en 1908 para sumarse al Departamento de Arquitectura del Ferrocarril Sud y, con los años, se transformó en jefe de Arquitectos. Bajo su trazo, la estación de Lomas y sus pares quedaron como íconos ferroviarios que atravesaron generaciones y consolidaron un paisaje urbano de impronta obrera y comunitaria.
La memoria técnica también quedó viva en voces especializadas. “Los fierros incluso se trajeron desde Europa, mientras que la mampostería se construyó en el país”, explicó Richard Campbell, del Ferroclub Argentino de Remedios de Escalada. “En esa época, Lomas ya estaba muy poblada, y esa fue una de las razones por las que se decidió agregar los andenes 3 y 4, que se acoplaron a los dos ya existentes”, detalló. Para Charap, 1925 resultó “importante” para el Ferrocarril Sud: la red alcanzó 5.780 kilómetros y celebró los 50 años de la línea entre Plaza Constitución y Chascomús, mientras el Príncipe de Gales pasó en su tren oficial por Banfield, Lomas y Temperley, un episodio que los vecinos guardaron en la memoria.
La estación atravesó la vida cotidiana de miles de trabajadores y trabajadoras. Sergio Paredes, ferroviario y luego canillita en la zona durante más de medio siglo, lo expresó sin rodeos: “La Estación de Lomas tiene un encanto especial porque nunca te aburre. Siempre está llena de gente, con movimiento: eso le da vida constantemente”. “Estoy de acuerdo con las refacciones, pero extraño los detalles antiguos que tenía esta parada. Lomas es el reflejo de un crecimiento progresivo gracias a toda la actividad comercial que existe en la zona”, añadió.
Un siglo después, el edificio permaneció como punto de encuentro y emblema patrimonial. La estación no solo ordenó la movilidad y el comercio; también enlazó historias familiares, esfuerzos colectivos y pertenencias barriales, síntesis de una comunidad que defendió lo que es suyo: el tren como corazón del conurbano y la estación como casa común.