La situación social en Argentina empeoró drásticamente en el primer trimestre del año bajo el gobierno de Javier Milei. La pobreza escaló a un alarmante 52,9%, lo que implica que cerca de 24,9 millones de argentinos están viviendo bajo la línea de pobreza. Este incremento de 11,2 puntos porcentuales en comparación con el 41,7% registrado al cierre del año pasado evidencia las consecuencias inmediatas de las políticas económicas implementadas por la nueva administración.
El deterioro en los indicadores de pobreza y, especialmente, en los de indigencia es impactante. Según los datos del INDEC, el 18,1% de la población —alrededor de 8,5 millones de personas— no pudo cubrir las necesidades alimentarias básicas, lo que representa un aumento considerable respecto al 12% registrado seis meses atrás. Esta realidad muestra que las medidas adoptadas desde el cambio de gobierno no solo no han revertido la crisis social, sino que han profundizado la miseria en amplios sectores de la población.
Los efectos son aún más devastadores para los sectores más vulnerables. Más del 60% de los niños y adolescentes de entre 0 y 14 años viven en la pobreza, y el panorama no mejora mucho para los jóvenes de entre 15 y 29 años, con una tasa de pobreza del 60,7%. Mientras tanto, el 48,6% de los adultos de entre 30 y 64 años también se encuentran en esta situación. Estos datos son un reflejo de la precarización creciente que afecta a casi todas las edades, siendo los más pequeños y los jóvenes los más afectados por un contexto de crisis económica y falta de oportunidades.
A nivel regional, las áreas más castigadas son el Noreste (NEA) y el Noroeste (NOA), con tasas de pobreza del 62,9% y 57%, respectivamente. Aunque las regiones de la Patagonia y la Pampa presentan números ligeramente menores, con un 49,1% y 49,9%, la realidad es que en todas las áreas del país ha habido un aumento de la pobreza y la indigencia. Esto refuerza la idea de que la crisis económica no es un fenómeno localizado, sino una problemática extendida a lo largo y ancho del país.
Estos datos, basados en el enfoque monetario que utiliza la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, reflejan la incapacidad del ingreso de las familias argentinas para cubrir la canasta básica de alimentos. Las consecuencias de esta situación se traducen en millones de personas sin acceso a lo más esencial: la comida. En un contexto en el que las promesas de cambio y bienestar se desvanecen frente a la realidad de la inflación y la precarización, la pobreza se ha convertido en una marca indeleble de esta etapa del gobierno de Milei.