El 4 de septiembre en el ámbito cultural argentino, se celebra el día de la historieta. Género de tradición en la cultura popular del país, con su capacidad de combinar el arte visual y la narrativa, como vehículos poderosos de ideas, sueños y resistencias. Y dentro de este vasto universo, existe una obra que se erige como el emblema más potente del género: El Eternauta, escrita por Germán Oesterheld e ilustrada por Francisco Solano López.
Publicado originalmente en entregas semanales entre 1957 y 1959 en la revista Hora Cero Semanal, El Eternauta capturó la imaginación de los lectores de la época y continúa siendo un referente ineludible. La trama de El Eternauta nos sumerge en un relato de ciencia ficción donde una invasión alienígena amenaza con exterminar a la humanidad mediante una nevada mortal. La Ciudad de Buenos Aires, con sus calles y lugares emblemáticos como la cancha de River, la avenida General Paz y el Obelisco, se convierte en el escenario de la resistencia humana frente a lo desconocido. Esta cercanía con espacios cotidianos dota a la historia de un realismo inquietante, un espejo distorsionado en el que se reflejan las angustias y esperanzas de una sociedad en crisis.
Sin embargo, El Eternauta trasciende su premisa de ciencia ficción para ofrecer múltiples capas de interpretación. La obra se ha leído como una metáfora de la dictadura militar en Argentina, una visión de la invasión alienígena como la representación de la opresión y la violencia de Estado. A través de la lucha de los personajes, se plantea una resistencia no individual, sino comunitaria, donde la solidaridad y la organización colectiva se erigen como las únicas armas efectivas contra el poder despótico.
El propio Oesterheld, quien desapareció en 1977 víctima del terrorismo de Estado de la última dictadura militar, encarnó en su vida la resistencia que narró en su obra. Su desaparición, como la de tantos otros, es un recordatorio doloroso del costo que implica enfrentarse a la injusticia. Pero su legado, encapsulado en El Eternauta, sigue vivo, siendo una lectura obligatoria para entender no solo la historia de la historieta argentina, sino también las luchas que han marcado nuestra identidad como nación.
El Eternauta, es un símbolo de resistencia, un relato que desafía las nociones tradicionales de heroísmo al presentar a un héroe colectivo, un reflejo de las guerrillas y movimientos sociales que han luchado por la libertad y la justicia. Contrario a la figura del superhéroe individualista y mesiánico, tan prevalente en los cómics estadounidenses, la obra de Oesterheld y Solano López nos ofrece una visión donde el poder reside en la comunidad, en la unión de los pequeños gestos y los valores compartidos.
Hablar de El Eternauta es adentrarse en un ícono cultural tan potente como Perón, Maradona o el Che. Es entender cómo un personaje de historieta puede convertirse en el prototipo de la resistencia, en un símbolo que trasciende el papel y se inscribe en la memoria colectiva de un pueblo. Es, en definitiva, celebrar no solo una historieta, sino todo lo que ella representa: la lucha por la libertad, la justicia y la esperanza en tiempos de oscuridad.
Por eso, cada 4 de septiembre, celebrar el día de la historieta en argentina y obras como El Eternauta, que nos recuerdan que la cultura es un campo de batalla donde se libran nuestras más importantes batallas.
